¿A quién no le gustan las motos? Son peligrosas pero con un enorme atractivo , verdad? A casi todos nos gustan por esa sensación de libertad y del aire golpeando nuestra cara. Gusta hasta a los amigos de lo ajeno. Una moto es un objeto muy goloso para aquellos que no pueden permitírsela, y añorando lo que no es suyo ajeno, no tienen el más mínimo escrúpulo en adquirirla “a modo gratuito”. ¿Quién no conoce el caso propio o de un amigo al que le han robado la moto? ¿Que cara se nos ha quedado?. Por ello hay que tener en cuenta, que una vez nos bajemos de ella deberemos tomar una serie de precauciones para evitar que nos la roben.
Si sospechamos que en la zona hay algo más que este tipo de gente menuda con más experiencia y con una furgoneta, además de pitones, alarmas con gps y cortacorrientes, que en algo ayudarán, pero que no evitaran que con la práctica que tienen, y unas buenas cizallas la suban a su vehículo y, ¡¡¡bye!!!, moto perdida. Lo mejor es aparcarla en un parking vigilado, bien asegurada a una zona de anclaje, hacerle una foto junto con el ticket del aparcamiento con el móvil, de cara a reclamar a su seguro en caso de robo, y por supuesto no dejar una copia de las llaves a ningún empleado. Nunca está de más, dado como anda el tema, contratar un buen seguro que nos cubra el robo, ya que en estamos expuestos a que nos la quiten incluso subidos en ella.
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